lunes, 30 de marzo de 2015

Prólogo



Dicen que tras una experiencia traumática, como puede ser la pérdida de un ser al que amas, cada persona reacciona de manera totalmente distinta. Unos se quedan en shock, otros se hunden en una depresión, otros inician un bucle de negación… unos lloran, otros ríen, otros gritan y otros rabian… alguna puede ser más lógica que otra, pero todas son válidas. 

Yo, que soy una persona con mucho carácter y bastante organizativa (que no organizada) o planificadora si lo preferís… el hecho de ver como poco a poco iba perdiendo a la persona con la que estaba formando un futuro juntos y sin poder hacer nada para remediarlo, me supuso un estrés de nivel incalculable, se me escapaba de las manos, solo podía tener impotencia… Y claro, por algún lado tuvo que explotar.

Como ya he dicho antes, cada persona es un mundo, y yo, puede que sea porque soy una chica muy práctica, por mi humor negro o porque yo qué coño se, después de llorar y llorar, deprimirme, quererme morir… y ver que con el tiempo no se me quitaba esa ansiedad, me dio por algo que la mayoría no se esperaría… me dio por follar.

Si, si, por follar, por follarme a todo lo que se me pusiera por delante, con un cierto control y unos ciertos barómetros que fui y sigo ajustando, porque de todo se aprende, por supuesto.

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