A
muchas nos critican por haber leído 50 sombras, pero luego son muchos los que fardan de que “Christian
Grey no me llega ni a la suela del zapato”.
Me
he cruzado con varios tíos que me han puesto la miel en los labios diciendo que
conocen y practican en BDSM, que saben dar unos buenos azotes para correrme del
gusto y bla bla bla.
Yo
ya he comentado en alguna ocasión que soy bastante curiosa, y que no me cierro
a experimentar cosas nuevas que puedan resultarme realmente placenteras en el
sexo, pero primero tengo que saber que hay buena base “con la que trabajar” y
amigas mías, hay mucho flipado con muchos juguetitos que luego no saben ni
meterla.
Ejemplo
claro: El Juguetero. Un mostoleño con una colección curiosa de “juguetitos
sexuales”. Vaya carita ponía mientras me los mostraba, como un niño pequeño que
te enseña ilusionado lo que le han traído los Reyes Magos. Una pack de plugs
anales, un estimulador con cabezales intercambiables, un arnés con pene… Ahí me
surgió mis primeras sospechas… si tienes un arnés con pene, para usarlo conmigo
(porque él decía que a él, ni el pelo ni una gamba) ¿para qué coño quieres tu
propio pene? ¿Artículo de decoración? Hasta tenía un par de juegos de electroestimulación…
Nos
pusimos al lío. Reconozco que el chaval sabía manejar muy bien esas grandes
manos y cómo tocar las teclas para hacer que me corriese y empapar media cama. Aunque
debo decir que o eres muy torpe o no es muy difícil que puedas conseguir que
haga un buen squirting en toda regla (jajajajajaja).
La
verdad es que mientras nos calentábamos si vi una similitud con Cristian Grey… “no
me muerdas las orejas que no me gusta… no me toques los pezones que me molesta
un montón, mi ano ni olerlo que me mosqueo mazo… ¿Saco un pintalabios como en
el libro y me marcas las zonas donde sí puedo hacer algo? Hasta me dijo que no
me sintiera mal si no se entonaba mientras se la chupaba, que a él eso “ni fu
ni fa”… Hasta que probó como hago yo las mamadas, claro.
“La
segunda en la frente”: Un tío de 1,85 m y de unos 95 kg perfectamente, grandote,
con espalda y buenos brazacos… totalmente proporcionado si no fuera por esa
pollita… De sangre me dijo que era… Lo que tenía ahí era una polla culera en
toda regla; ya sabéis, para el sexo anal entraba perfectamente, pero cómo no
sepas como usarla por delante… ni cosquillas.
Los
jugueteos estuvieron bien, aunque me sorprendió bastante que a posteriori me
dijera que el 69 que hicimos fue el mejor que había hecho en la vida… Chico, me
he sentado en tu cara para comértela mientras me lo comes tú, no veo nada del
otro mundo…
- ¿Cómo lo haces habitualmente?
- No, no lo suelo hacer…
- Ammm (joder con el que dice que es un cerdo en la cama…)
Hablemos
de la penetración. La anal perfecta, como cabía de esperar con esa polla. La
disfruté bastante. Entró sin ayuda de mucha estimulación ni lubricante, como
suponía. El chico se sorprendía, aunque ya le había advertido, de mi
lubricación natural (con qué tías se habrá cruzado este hombre…) Terminó
enseguida, bastante antes de lo esperado, pero lo achaqué a la gran motivación
y fascinación de mis reacciones sexuales, y que llevaba más de un mes sin
meterla. E hizo algo que me hizo mucha gracia y no me molestó para nada… se
corrió gritando como si no hubiera un mañana.
Pero
yo seguía cachonda, soy bastante insaciable, así que empezó a utilizar el
vibrador con un cabezal que me estimulaba a la vez el clítoris, la vagina y el
ano, de manera bastante superficial estos dos últimos para mi gusto, así que
saco el arnés con pene y me lo penetró una y otra vez, y la verdad… prefiero mi
gran amiguito vibrador que tengo en la mesilla de noche.
Yo
quería más, así que dejo la mierda de los juguetes y se puso con las manos. Un
dedo… dos dedos… y por fin me sacié, por el momento.
Luego
juegos de caricias, abracitos, pausa para un cigarro con unas risas… El chaval
era majete, me hacía sentirme muy a gusto, y eso es un punto a su favor.
Además, fue justo apagar el cigarro y me enganchó por banda la entrepierna haciéndome
“un spiderman” hasta que solté un grito ahogado seguido de esa risa tonta que
me sale cuando me corro, mientras empapaba el suelo de la terraza de la cocina.
Menos mal que no llegaba las bragas puestas, porque no había traído muda…
Y
empezó el segundo round. Otra decepción. Que sí, que me comió el coño bastante
bien y las manos sabía usarlas, pero… ¿Qué pasa con mis tetas? ¿Te has fijado
en mis pechos? ¿Conoces su existencia? Que vale que a él no le guste que le hagan
nada en los pezones, pero a mí que me estrujen las tetas, me las succionen, que
me aprieten los pezones hasta el rozar el dolor… ufff me pone perrísima. Entre
tanto juguete, ¿no tienes al menos unas pinzas? Buuuuu fuera fuera. ¿Y eso de
que sabe dar unos buenos azotes? Cielo, tengo un buen culo ¿Por qué me das al
final de la espalda? No me jodas que me tengo que marcar con una cruz donde
tienes que darme, ¿dónde he dejado el pintalabios?
Pero
la rehostia fue cuando ese grandullón por fin me la mete y resulta que lo que
prometía ser un empotrador se convierte en el osito Mimosín, cogiendo un ritmo
suave y pausado, con lo que mi entonación se convirtió en frustración (con esa
pollita no me hagas esoooo)… y una vez más, terminó mucho antes de lo deseado
por mí… con grito, eso sí.
Moraleja:
Si tiene muchos juguetitos ya sabes por qué, quiere compensar el no saber follar.
Eso
sí, al final me quedé sin probar el electroestimulador… mierda.