Llevo mucho tiempo sin escribir por aquí porque llevo mucho tiempo
tranquila. Tengo una follamistad fija que me rasca cuando me pica y otra
follamistad fija que le rasco cuando le pica. Por lo demás, tranquila.
Pero ya sabéis que después de mucha calma, antes o después, vuelve la tormenta.
Y la tormenta llegó pasando unos días de vacaciones en casa de mi primo. La
verdad es que no iba del todo convencida, pero yo, mujer práctica, no podía
perder la oportunidad de desconectar del bullicio de la ciudad y escaparme unos
días a la playa con alojamiento gratis, que tonta no soy.
Llegué de noche y el recibimiento fue una tortilla de patata y un porro bien
cargado, la velada prometía. Risas, cartas, vino, petas y conversaciones de
todo tipo. De vez en cuando alguna pregunta fuera de tono. Que si se nota el
piercing de la lengua... que él no ha estado con ninguna tía que lo tuviera... que
si hago squirting... que qué fuerte...que él tampoco se ha cruzado con ninguna
que lo hiciera... yo contestaba entre risas sin tampoco dar demasiados
detalles, porque me estaba dando un poco de vergüenza (con lo que soy yo) y él
«no te rayes, si antes en las tribus follaban todos con todos, familia
incluido, y no pasaba nada. Es esta sociedad que...» Aquí tengo que decir que
mi primo es casi un cincuentón que lleva 7 años de nini haciéndose el hippie,
rayándose de la vida, con sus hierbas, con su yoga... para poneros un
poco en antecedentes, vaya.
El tema es cada vez las preguntas eran más «concretas» quería saber más y más
sobre mi sexualidad y yo estaba con la sensación de «pero éste qué quiere?
Pienso mal o no me rayo?» me entendéis? Parecía que mi primo hermano, mi
padrino de bautismo, quería más que palabras. Y así fue. Aprovechó que estábamos
hablando de pollas para sacarse la suya erecta del pantalón del pijama «me
dicen que la mía es bonita y que es grandecita, yo no lo sé... qué opinas,
prima?» Yo no daba crédito, no sabía por donde meterme y me dio por reírme. La
foto era surrealista, los dos súper fumados, él con la polla fuera tocándosela
y yo mirando a otro lado colorada como un tomate, luchando contra mi curiosidad
y el morbo que me caracteriza. Al final ganaron mis demonios a mi sensatez
(nunca tuve mucha) y miré. Y me gustó lo que vi. Y mi entrepierna se retorció.
Y mi boca salivó. «Anda prima, chúpamela un poco, para notar el piercing... que
desde que te lo regalé por tu 18 cumpleaños pienso en lo que puedes hacer con
él...» «Tú estás tonto primo!» La verdad es que tiene una polla muy apetecible,
gordita, grande, con un buen capullo gordo, comible... calla calla a dónde vas…
que es tu primo!! Yo no sabía ya donde meterme, intentaba salir del paso yéndome
por la tangente con otra historia, pero él seguía ahí con la polla al aire, acariciándosela
como si estuviera solo en el salón, y yo cuestionándome el qué hacer,
deshojando margaritas en mi mente como cuando eres pequeña, pero esta vez mi
pregunta era “me la como o no me la como…” hasta que llegué a la conclusión de
si me lo volvía a decir… “Sólo un poco, para saber lo que se siente” y ahí que
fui.Hacía mucho que no me comía una polla de tan buen calibre y aunque con la
vergüenza del principio aún presente, me la zampé con mucho gusto... despacito,
sin prisa, jugando con mi piercing, mordiéndola... pero sin mirarle a la cara.
Creo que me lo tomé como terapia sexual para él, cómo que lo necesitaba, cómo para
hacerle el favor. Un favor que hice con gusto toda mi semana de vacaciones.
Ni me acuerdo de mi
última racha de sexo diario, porque no sólo hubo felaciones. Él quería saber cómo
me corría, y le di el gusto... Todavía me río (joder, que morbosa soy) al ver
su cara incrédula pero encantada, mientras me frotaba su erección sobre mi
coño, hasta que éste explotaba mojando medio sofá del salón, y como me pedía
que le dijera que hacer para que volviese esa explosión en su cara. Quería
follarme el culo, y también se lo di. Ya sabéis que el sexo anal, al menos para
mí, es más delicado, son otros ritmos, otros tiempos… sobre todo si hace mucho
que no se usa el culo para esos menesteres, pero mi primo sabía lo que se hacía
y lo disfruté como una niño con un juguete nuevo (nunca mejor dicho). La verdad
es que no me imaginaba que un hombre de su edad (me saca 15 años) aguantará
tanto, creo que el yoga tiene mucho que ver con eso. Me enseñó posturas que no
conocía y eso siempre mola, aunque también tengo que decir que no es un
empotrador, es más de rapidez que de fuerza, y a mí el gritar como una perra
que la están destrozando me encanta... no fue el caso.
Reconozco que ha sido una experiencia un tanto bizarra, apenas cruzábamos
miradas follando, apenas había besos. Ha sido placer por placer. No me siento atraída
hacía mi primo y creo que al revés pasa igual. Después del sexo «aquí no ha
pasado nada» y seguimos con lo nuestro. Cosa que agradecía porque me volvía la
vena vergonzosa de «pero Anabel, que coño haces follándote a tu primo» pero a
toro pasado...
Los encuentros de Anabel
Peripecias sexuales de una joven sin pelos en la lengua
jueves, 25 de abril de 2019
domingo, 22 de octubre de 2017
Los falsos Christian Grey de Anabel
A
muchas nos critican por haber leído 50 sombras, pero luego son muchos los que fardan de que “Christian
Grey no me llega ni a la suela del zapato”.
Me
he cruzado con varios tíos que me han puesto la miel en los labios diciendo que
conocen y practican en BDSM, que saben dar unos buenos azotes para correrme del
gusto y bla bla bla.
Yo
ya he comentado en alguna ocasión que soy bastante curiosa, y que no me cierro
a experimentar cosas nuevas que puedan resultarme realmente placenteras en el
sexo, pero primero tengo que saber que hay buena base “con la que trabajar” y
amigas mías, hay mucho flipado con muchos juguetitos que luego no saben ni
meterla.
Ejemplo
claro: El Juguetero. Un mostoleño con una colección curiosa de “juguetitos
sexuales”. Vaya carita ponía mientras me los mostraba, como un niño pequeño que
te enseña ilusionado lo que le han traído los Reyes Magos. Una pack de plugs
anales, un estimulador con cabezales intercambiables, un arnés con pene… Ahí me
surgió mis primeras sospechas… si tienes un arnés con pene, para usarlo conmigo
(porque él decía que a él, ni el pelo ni una gamba) ¿para qué coño quieres tu
propio pene? ¿Artículo de decoración? Hasta tenía un par de juegos de electroestimulación…
Nos
pusimos al lío. Reconozco que el chaval sabía manejar muy bien esas grandes
manos y cómo tocar las teclas para hacer que me corriese y empapar media cama. Aunque
debo decir que o eres muy torpe o no es muy difícil que puedas conseguir que
haga un buen squirting en toda regla (jajajajajaja).
La
verdad es que mientras nos calentábamos si vi una similitud con Cristian Grey… “no
me muerdas las orejas que no me gusta… no me toques los pezones que me molesta
un montón, mi ano ni olerlo que me mosqueo mazo… ¿Saco un pintalabios como en
el libro y me marcas las zonas donde sí puedo hacer algo? Hasta me dijo que no
me sintiera mal si no se entonaba mientras se la chupaba, que a él eso “ni fu
ni fa”… Hasta que probó como hago yo las mamadas, claro.
“La
segunda en la frente”: Un tío de 1,85 m y de unos 95 kg perfectamente, grandote,
con espalda y buenos brazacos… totalmente proporcionado si no fuera por esa
pollita… De sangre me dijo que era… Lo que tenía ahí era una polla culera en
toda regla; ya sabéis, para el sexo anal entraba perfectamente, pero cómo no
sepas como usarla por delante… ni cosquillas.
Los
jugueteos estuvieron bien, aunque me sorprendió bastante que a posteriori me
dijera que el 69 que hicimos fue el mejor que había hecho en la vida… Chico, me
he sentado en tu cara para comértela mientras me lo comes tú, no veo nada del
otro mundo…
- ¿Cómo lo haces habitualmente?
- No, no lo suelo hacer…
- Ammm (joder con el que dice que es un cerdo en la cama…)
Hablemos
de la penetración. La anal perfecta, como cabía de esperar con esa polla. La
disfruté bastante. Entró sin ayuda de mucha estimulación ni lubricante, como
suponía. El chico se sorprendía, aunque ya le había advertido, de mi
lubricación natural (con qué tías se habrá cruzado este hombre…) Terminó
enseguida, bastante antes de lo esperado, pero lo achaqué a la gran motivación
y fascinación de mis reacciones sexuales, y que llevaba más de un mes sin
meterla. E hizo algo que me hizo mucha gracia y no me molestó para nada… se
corrió gritando como si no hubiera un mañana.
Pero
yo seguía cachonda, soy bastante insaciable, así que empezó a utilizar el
vibrador con un cabezal que me estimulaba a la vez el clítoris, la vagina y el
ano, de manera bastante superficial estos dos últimos para mi gusto, así que
saco el arnés con pene y me lo penetró una y otra vez, y la verdad… prefiero mi
gran amiguito vibrador que tengo en la mesilla de noche.
Yo
quería más, así que dejo la mierda de los juguetes y se puso con las manos. Un
dedo… dos dedos… y por fin me sacié, por el momento.
Luego
juegos de caricias, abracitos, pausa para un cigarro con unas risas… El chaval
era majete, me hacía sentirme muy a gusto, y eso es un punto a su favor.
Además, fue justo apagar el cigarro y me enganchó por banda la entrepierna haciéndome
“un spiderman” hasta que solté un grito ahogado seguido de esa risa tonta que
me sale cuando me corro, mientras empapaba el suelo de la terraza de la cocina.
Menos mal que no llegaba las bragas puestas, porque no había traído muda…
Y
empezó el segundo round. Otra decepción. Que sí, que me comió el coño bastante
bien y las manos sabía usarlas, pero… ¿Qué pasa con mis tetas? ¿Te has fijado
en mis pechos? ¿Conoces su existencia? Que vale que a él no le guste que le hagan
nada en los pezones, pero a mí que me estrujen las tetas, me las succionen, que
me aprieten los pezones hasta el rozar el dolor… ufff me pone perrísima. Entre
tanto juguete, ¿no tienes al menos unas pinzas? Buuuuu fuera fuera. ¿Y eso de
que sabe dar unos buenos azotes? Cielo, tengo un buen culo ¿Por qué me das al
final de la espalda? No me jodas que me tengo que marcar con una cruz donde
tienes que darme, ¿dónde he dejado el pintalabios?
Pero
la rehostia fue cuando ese grandullón por fin me la mete y resulta que lo que
prometía ser un empotrador se convierte en el osito Mimosín, cogiendo un ritmo
suave y pausado, con lo que mi entonación se convirtió en frustración (con esa
pollita no me hagas esoooo)… y una vez más, terminó mucho antes de lo deseado
por mí… con grito, eso sí.
Moraleja:
Si tiene muchos juguetitos ya sabes por qué, quiere compensar el no saber follar.
Eso
sí, al final me quedé sin probar el electroestimulador… mierda.
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